Más todavía ahora, que vivimos en la época más caótica de la
nutrición: mientras en algunas zonas del Planeta se lucha por erradicar
el hambre, en otras el gran mal es la obesidad y conseguir que la comida
que llega a nuestra mesa esté lo menos adulterada posible. Y además,
tenga buen sabor.
Así, mientras unos se conformar con sobrevivir al
hambre, otros se obsesionan con comer lo más sano posible. Con esa
obsesión por la comida sana, ha llegado un nuevo trastorno alimentario
conocido como ortorexia.
Eres un autentico experto en nutrición naturista, compras la comida
en tiendas de dietética especiales y en tu casa sólo encuentras
productos integrales, carnes y lácteos ecológicos, algas, soja, frutas y
verduras de cultivo biológico.
¿Vuelves loco al camarero con
preguntas sobre los ingredientes cuando sales a cenar por ahí? ¿O ya ni
siquiera sales? Lees lo último en nutrición y te alarmas con las
noticias sobre las “vacas locas”, “fiebre aviar” y las dioxinas.
Realmente te gustaría vivir en una granja y tener tu propia huerta para
auto-abastecerte sin tener que depender de la cadena alimenticia actual.
Está bien ser prudente y no abusar de los alimentos procesados, está
claro que hay que volver a comer de una forma natural para tener más
salud, pero no puedes controlarlo todo, no puedes dejar de comer
lácteos por miedo a los antibióticos del ganado, o dejar de comer pollo
por miedo a las hormonas, o dejar de comer frutas y verduras porque
contienen pesticidas y conservantes. A pesar de que a primera vista la
obsesión por comer sano no parece preocupante, a la larga lleva a las
personas a hiper o hipovitaminosis, ansiedad, depresión, hipotensión y
osteoporosis entre otras enfermedades.
Relájate antes de tener un problema grave, es imposible controlar
todo lo que comes, piensa que tu cuerpo también cuenta con sistemas de
depuración y de limpieza para eliminar las sustancias perjudiciales sin
riesgo. Procura llevar una dieta sana, pero que no limite tu vida.
Aunque te fueras a vivir al lugar más alejado del planeta en busca de
la dieta más “pura”, siempre habría factores como la contaminación del
agua subterránea, los vientos, lluvias, etc., que afectarían a la
calidad de los alimentos.